Si no lo impedimos, Saman Naseem será ejecutado el próximo 19 de febrero.
“La tortura comenzó tan pronto como entré en la celda. […] Una pequeña habitación de dos metros de largo y 50 centímetros de ancho, con un pequeño inodoro y una cámara que vigila todos mis movimientos. Fui torturado desde que me detuvieron, me colgaron de las manos y los pies durante horas, me vendaron los ojos, me dijeron que habían detenido a mi familia... […] Todo para conseguir una confesión. Me dijeron que me enterrarían con una excavadora, como a mis amigos, y que cubrirían mi tumba con cemento. […] El juicio fue solo un espectáculo, ni siquiera permitieron a mi abogado defenderme. Incluso el presidente del tribunal me amenazó varias veces con palizas. […] Me sentenciaron a muerte en 2013, puedo ser ejecutado en cualquier momento”.
No es el guión de ninguna película. Son fragmentos de una carta que Saman Naseem, de 22 años de edad, escribió desde una prisión en Irán, donde está condenado a muerte por delitos que presuntamente cometió cuando tenía 17 años.
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“La tortura comenzó tan pronto como entré en la celda. […] Una pequeña habitación de dos metros de largo y 50 centímetros de ancho, con un pequeño inodoro y una cámara que vigila todos mis movimientos. Fui torturado desde que me detuvieron, me colgaron de las manos y los pies durante horas, me vendaron los ojos, me dijeron que habían detenido a mi familia... […] Todo para conseguir una confesión. Me dijeron que me enterrarían con una excavadora, como a mis amigos, y que cubrirían mi tumba con cemento. […] El juicio fue solo un espectáculo, ni siquiera permitieron a mi abogado defenderme. Incluso el presidente del tribunal me amenazó varias veces con palizas. […] Me sentenciaron a muerte en 2013, puedo ser ejecutado en cualquier momento”.
No es el guión de ninguna película. Son fragmentos de una carta que Saman Naseem, de 22 años de edad, escribió desde una prisión en Irán, donde está condenado a muerte por delitos que presuntamente cometió cuando tenía 17 años.
Saman Naseem fue detenido el 17 de julio de
2011, tras un tiroteo entre la Guardia Revolucionaria de Irán y el
Partido por una Vida Libre en Kurdistán (PJAK) en la ciudad de Sardasht,
provincia de Azerbaiyán Occidental. Se dice que durante el tiroteo
murió un miembro de la Guardia Revolucionaria y resultaron heridos tres
más. En septiembre del mismo año, Saman Naseem fue obligado a hacer una
“confesión” grabada, que se emitió luego en la televisión pública. Dijo
al tribunal que los interrogadores le habían obligado a poner las
huellas dactilares en unas "confesiones" cuyo contenido ignoraba. Denunció también que los interrogadores le habían arrancado uñas de los pies y las manos y le habían propinado palizas, que
le habían producido contusiones en la espalda, las piernas y el
abdomen. El tribunal hizo caso omiso de estas declaraciones y admitió la
"confesión".
Fue condenado a muerte en abril de 2013 por "enemistad con Dios" (moharebeh) y “corrupción en la tierra” (ifsad
fil-arz), debido a su pertenencia al PJAK y por participar en
actividades armadas contra la Guardia Revolucionaria. El Tribunal
Supremo confirmó su condena a muerte en diciembre de 2013. Su familia ha
recibido información fidedigna según la cual será ejecutado el 19 de
febrero.
El uso de la pena
de muerte contra personas menores de 18 años en el momento del presunto
delito está terminantemente prohibido por el derecho internacional, como
por ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
la Convención sobre los Derechos del Niño, tratados que Irán ha
ratificado. Irán es uno de los países que más ejecuciones lleva a cabo
cada año. Si no lo impedimos, Saman Naseem podría pasar a formar parte de esas terribles estadísticas.
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