Orígenes históricos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán
Para conocer los orígenes del conflicto entre Kurdistán y Turquía debemos retrasarnos hasta el final de la Primera Guerra Mundial, con la desintegración del Imperio Otomano y el posterior reparto de los territorios sobre los que este ejercía su dominación física.
Fue entonces cuando la nación kurda tubo la oportunidad de convertirse en Estado, tal y como establecía el Tratado de Sevres de 1920, que pretendía la adhesión del decadente Imperio Otomano y de las potencias aliadas a excepción de los Estados Unidos y Rusia.
Sin embargo, dicho tratado no entró nunca en vigor porqué no llegó a ser ratificado por las partes implicadas, entre las que se encontraban los nacionalistas turcos dirigidos por Mustafá Kemal Atatürk, quienes durante la Guerra de Independencia (1919-1923) lograron hacerse con un territorio similar al de la actual República de Turquía. El desarrollo de la guerra, por su parte, obligó a las potencias aliadas a volver a la mesa de negociaciones para elaborar un nuevo tratado de paz, que esta vez adoptaría el nombre de la ciudad suiza de Lausana.
El Tratado de paz de Lausana, firmado en julio de 1923, ponía punto y final a cualquier aspiración por parte de Kurdistán de conseguir un estado propio, y quedaba ya en aquel momento dividido entre los cuatro estados que aun hoy se integra: la parte noroeste y media para la República de Turquía, la parte sudoccidental para Siria, la parte sur para Irak y la parte oriental para Irán.
Fue entonces cuando Kemal Atatürk empezó a llevar a cabo una política pan-turca que pasaba por asimilar, cultural y políticamente, todo el territorio bajo su control, hecho que inevitablemente pasaba por la negación y persecución de la población kurda. Con este fin se prohibió el uso del término Kurdistán, sus marcos referenciales y su lengua; se expropiaron sus tierras en 1930; o se llegó a negar una nación kurda que las tesis históricas de Atatürk reducían a simples turcos de montaña cuyas diferencias se explicaban por el aislamiento geográfico.
Dicha política de expansión se llevó a cabo mediante expulsiones y masacres masivas que costaron la vida a miles de personas y que desencadenaron múltiples intentos de revuelta. Se calcula que entre 1920 y 1940 se llevaron a cabo 27 revueltas por parte de la población kurda, si bien todas ellas fueron derrotadas por la potente Turquía, que al sofocar en 1938 la revuelta de Dersim veía completada la ocupación total del Kurdistán.
A pesar de ello, dichos intentos de resistencia sirvieron de ejemplo para un PKK que aun tardaría más de 30 años en nacer pero que pudo aprender ciertas lecciones que le permitirían erigirse como un movimiento político con una gran capacidad de resistencia.
Así, la política de asimilación llevada a cabo por el Estado turco a partir de 1938 sobre la nación kurda, y que pasaba por penetrar en su sistema educativo, su lengua o por la explotación de sus recursos naturales con el objetivo último de hacerla desaparecer, chocó en 1973 con la irrupción de un nuevo movimiento de liberación nacional y social: el Partido de los Trabajadores del Kurdistán.
Permite entender los motivos que llevan a la fundación del PKK
El PKK: movimiento de izquierdas
La aparición del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) no puede entenderse sin la figura de su indiscutible líder, Abdullah Öcalan, quien en 1973 era estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Ankara e investigador de la cuestión kurda.
Sería él quien, junto con otros estudiantes de origen kurdo con experiencia en el mundo de la militancia política y el asociacionismo, formaría un grupo de carácter antifascista que consiguió una gran aceptación entre los universitarios, aunque rápidamente despertó el recelo de una izquierda turca que trató de librarles una batalla ideológica.
Las reivindicaciones políticas del nuevo partido, que pasaban por una emancipación del Kurdistán, como parte de la revolución comunista mundial, lejos de postulados racistas y chovinistas, fueron difundidas de boca en boca durante las visitas que los integrantes de la organización celebraban en distintos poblados de la nación y recibieron un gran apoyo por parte de los campesinos y de la clase trabajadora.
Automáticamente despertaron el rechazo de un gobierno turco contrario a introducir cualquier cambio constitucional que diese cabida a los kurdos. Tanto es así que ya en 1977, cuando el PKK cumplía sus cuatro años, Turquía infiltró a un agente secreto en el seno de la organización para provocar su desestabilización, y ese mismo año asesinaba a Hakki Karer, una de las cinco personas que integraban el núcleo duro del partido. La República de Turquía declaraba la guerra al Partido de los Trabajadores del Kurdistán.
Permite ver que Turquía es quien atenta contra el PKK nada más fundarse
Camino del confederalismo democrático
Con la entrada del nuevo milenio, y con muchos años de lucha en las espaldas, el PKK comienza un proceso de reconversión hacia tesis próximas al ecologismo social que dejan atrás el marxismo-leninismo que hasta entonces le había caracterizado.
Una propuesta que Öcalan presentó en marzo de 2005 con el nombre de confederalismo democrático y cuyos principales ideales, inspirados en la obra del ecologista americano Murray Bookchin, son la renuncia a la creación de un estado-nación kurdo como medio para llegar a la libertad, el rechazo a cualquier forma de imperialismo y la búsqueda de una democracia directa y total basada en el pacifismo, el feminismo, el ecologismo, el municipalismo, la economía social de proximidad, la participación y el respeto a las diferencias religiosas y étnicas.
Sin embargo, el líder histórico del partido no renuncia a su condición de kurdo, si no que transforma la manera de entender una nación al dejar de considerarla la base para la formación de un estado propio y pasarla a entender como la base social que actúa como simple paraguas de las numerosas realidades que, autodirigidas y autogestionadas, la integran. Es por ello que, en paralelo a la defensa del confederalismo democrático se funda la Confederación de Pueblos del Kurdistán (KCK, por las siglas en kurdo de Koma Civakên Kurdistan).
Permite ver el paso de un marxismo-leninismo que algunos podrían considerar per se violento a unos ideales profundamente democráticos.
El alto al fuego y la guerra de Siria
A finales de 2012, siete años después de la adopción de los postulados confederalista-democráticos, el gobierno turco inició unas conversaciones en secreto con Öcalan, preso político desde 1999 pero en contacto permanente con los líderes kurdos escondidos en el norte de Iraq, con el objetivo de poner fin a un conflicto de más de treinta años.
Antes de declararse este alto al fuego, sin embargo, ya se habían declarado otros, aunque todos ellos fracasados por incumplimientos del mismo, por la negativa turca a negociar mejoras con y para el pueblo kurdo o, en el caso de 1999, por la detención del líder kurdo Öcalan, retenido desde entonces en una cárcel cercana a Estambul.
A comienzos de 2013, y fruto de aquellas conversaciones secretas conocidas como el Proceso de Solución, fue anunciado un alto al fuego entre el PKK, cuyos luchadores deberían abandonar el país y refugiarse en el norte de Iraq, y Turquía, que de este modo confiaba en enterrar un conflicto cuyas víctimas mortales cuentan por decenas de miles.
A pesar de ello, la guerra de Siria, sus implicaciones sobre los tres cantones kurdos del país, y la explosiva llegada de Daesh –en conflicto con el pueblo kurdo-, han provocado el recrudecimiento de la relación entre el PKK i el gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan, por el apoyo que este a brindado, por acción y omisión, a los terroristas.
El punto álgido de esta tensión se vivió con motivo del acecho que las fuerzas de Daesh estaban llevando a cabo sobre la ciudad kurda de Kobanê, en el norte de Siria y en la frontera con Turquía. Numerosas fueron las pruebas que demostraban la complicidad del líder turco con los hombres de Abu Bakr al-Baghdadi, acogiéndoles en hospitales próximos a la frontera y dejándoles campar por sus fronteras sin oposición alguna. Por el contrario, los voluntarios kurdos que decidían cruzar la frontera para apoyar a quienes luchaban contra Daesh vieron permanentemente frustrada su intención al mismo tiempo que a los refugiados, muchos de los cuales gente mayor junto a niñas y niños, se les retuvo unos días en Siria impidiéndoles huir de la ciudad cercada.
Esta situación despertó numerosas manifestaciones en todo el mundo, que pedían la implicación de la comunidad internacional en el frente y denunciaban la connivencia del gobierno turco, miembro de la OTAN, con los terroristas. Estas fueron especialmente violentas en Estambul, donde 37 personas murieron en unas protestas que acarrearon posteriores bombardeos de la aviación turca sobre posiciones del PKK en el país y las consecuentes advertencias de la organización a Turquía por violar el alto al fuego.
Permite observar que Turquía ha incumplido reiteradas ocasiones los alto al fuego, que el PKK está comprometido con él, y que luchan contra Daesh, quienes reciben apoyo turco.
Propuesta
El PKK fue incluido en la lista de grupos terroristas por la Unión Europea según Decisión del Consejo 2002/334/EC de 2 de mayo de 2002. Según la Resolución de Ejecución 790/2014 de 22 de julio de 2014 ha sido mantenido en dicha lista. Ello en aplicación del artículo 2, apartado 3, del Reglamento (CE) no 2580/2001 sobre medidas restrictivas específicas dirigidas a determinadas personas y entidades con el fin de luchar contra el terrorismo y se deroga el Reglamento de Ejecución (UE) no 125/2014.
Sin embargo ya el Tribunal General de la Unión Europea determinó el 3 de abril de 2008 que el PKK fuera retirado de dicha lista. Lo hizo en el caso T-229/02 y por la sentencia 2008II-00045. Sin embargo dicha decisión solo ha sido aplicada individualment por algunos estados. En dicha línia, el Consejo de Europa aprobó denominar “activistes” y no “militantes” a los miembros del PKK y modificar “lucha contra el terrorismo” por “lucha entre Turquia y el PKK” para describir el conflicto.
“El confederalismo democrático está basado en profundas convicciones democráticas i de libertad, no entiende de diferencias entre personas y defiende la igualdad y la libertad de todas ellas”. Con estas palabras presentaba Abdullah Öcalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el nuevo rumbo al que se adhería y que guiaría a partir de entonces la organización.
Una organización que explícitamente renuncia “a interpretar la autodeterminación como el derecho a establecer un estado, sino como el de desarrollar su propia democracia a pesar de ellos”. De este modo se erigía como “modelo para resolver los problemas del Medio Oriente”, en unos momentos en los que esta región está atravesando “un periodo de conflictos y caos” que la carta del líder kurdo define de “Tercera Guerra Mundial”.
Unos ideales que han conseguido iluminar aquellas zonas de Siria, sumida en una brutal guerra civil, en las que los kurdos son capaces de desarrollarlos. De este modo han conseguido mantener zonas “basadas en la libertad política, económica, social, sexual, cultural y étnica”, mientras tratan de defenderse de los regímenes dictatoriales, los ataques terroristas y las ofensivas fundamentalistas que les rodean.
Además, la actual guerra de Siria y, sobretodo, la lucha contra el Estado Islámico, ha puesto de manifiesto la voluntad del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, así como de sus ramificaciones políticas, de colaborar con la comunidad internacional para derrotar a un enemigo común, hasta el punto de haberse postulado como los aliados ideales sobre el terreno con los que poder confiar en el enfrentamiento mundial contra los integristas islamistas.
Tanto es así, que en la declaración de los Unidades de Protección Popular (YPG) y de las Unidades de Defensa de las Mujeres (YPJ), en estrecha relación orgánica con un PKK y con el que han luchado codo a codo, tras haber liberado la ciudad de Kobanê, agradecía a la comunidad internacional su ayuda en forma de bombardeos. Una ayuda que contribuyó a “la victoria de la humanidad; de la libertad contra la barbarie”.
Además, el alto al fuego acordado en 2013 entre el gobierno turco y el pueblo kurdo es un signo más del abandono de la voluntad del PKK de librar su batalla en el campo militar o de guerrillas para convertirse en una organización pacífica y autónoma a través de unos valores, asociados a la libertad, que incluso serían difíciles de encontrar en Occidente. Con el añadido, como ellos mismo aceptan, de hacerlo en Oriente Medio.
Por lo tanto, defendemos con firmeza que una organización con una ideología que lleva por bandera la libertad individual y colectiva en su máxima expresión sin dejar atrás a nadie por cuestiones de género, religión, política, etnia u otras de discriminatorias; una organización que es capaz de plantar cara de forma eficaz y eficiente a los principales problemas que acechan la convulsa región del Medio Oriente en toda su complejidad y en todas sus particularidades (Estado Islámico, dictaduras, sectarismo, fundamentalismo o terrorismo); una organización que, además, no solo es capaz de hacerlo codo a codo con la comunidad internacional sino que le reclama apoyo a pesar de unas diferencias ideológicas profundas que no son más que una irrefutable prueba de su respeto hacia ideales políticos diferentes y de su capacidad para encontrar puntos en común a partir de los cuales poder cooperar; una organización que ha renunciado al uso de las armas contra la Republica de Turquía y que ha renunciado a la creación de un estado-nación en los términos actuales, no puede permanecer de ningún modo en las listas de organización terrorista.
Es incluso una irresponsabilidad histórica mirar al pasado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán para justificar su permanencia en dichas listas cuando se erige como uno de los únicos actores con los que poder depositar la confianza de crear un Medio Oriente estable, pacífico y democrático.
Mantener al Partido de los Trabajadores del Kurdistán en las listas de organización terrorista sería un acto de miopía estratégica que el mundo, y sobretodo la población de la región, no puede permitirse. No debe permitirse. Y no actuar en consecuencia nos convertiría en cómplices, cuando no en actores principales, de un error en mayúsculas.
Por todos los motivos acabados de exponer consideramos de imperiosa urgencia borrar al Partido de los Trabajadores del Kurdistán de la lista de organizaciones terroristas y, aun más, ampliar la colaboración para hacer de su región una región próspera, libre y segura.
Informe preparado por Marc Español i Escofet, KurdisCat
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