"Los martires nunca mueren" se canta siempre en los funerales. Cada
cantón en Rojava (Kurdistán de Siria) cuenta con una instituciónn dedicada al cuidado de los
mértires y sus familias. Las fotos de las mártires se encuentran por
todo el cantón. Las escuelas y los centros publicos adoptan sus nombres,
los compositores les dedican hermosas canciones. En Kobanê lo habitual
es tratar con gente que ha perdido algún ser querido en la guerra. Pero
junto a la tristeza del recuerdo la gente a menudo recupera la sonrisa o
dice sentirse orgullosa por quienes lucharon hasta el fin. El
ministerio de los mártires se encarga de ir al frente para recoger el
cadáver, coser las heridas y presentarlo a la familia antes de los
funerales, que son multitudinários. Para mayor desgracia en este
período de la guerra la mayoría de muertes no ocurren durante el combate;
si no por explosión de minas que el Daesh siembra en su retirada. "
Las
mártires nunca mueren", se canta. Es un culto a los muertos que pretende
no solo aliviar, sino también empujar a la gente a que sustituya al
combatiente en la lucha. La vida es así de difícil para un pueblo
oprimido.
El ministerio de los martires se encarga de cuidar a las
familias y las apoya económicamente en la medida de sus posibilidades,
pues en Kobanê no sobra de nada. Pero mártir no es solo aquella persona
que ha muerto combatiendo con las armas, cualquiera que muera
violentamente por haber luchado politicamente, culturalmente o incluso
alguien que muera inocentemente por la explosión de un coche bomba en la
calle, sera considerada mártir. Así nos lo cuenta Mohammed Han, uno de
los respnsables del ministerio, con expresión serena y mirada pacífica y
penetrante.
@annafrank4
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