El Gobierno alemán pasó hoy a la ofensiva ante Turquía y declaró al país "inseguro"
para sus ciudadanos y para los inversores, en una nueva escalada de las
tensiones bilaterales precipitada por las "arbitrariedades" de un socio
hasta ahora complejo, pero irrenunciable. La detención en Estambul de
un grupo de activistas pro derechos humanos -entre ellos, un alemán- y
la difusión de una lista de 68 empresas e individuos a los que Turquía
atribuye "vínculos con el terrorismo" pusieron fin a la contención mantenida durante meses.
"Alemania no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos ni de los inversores en Turquía", advirtió el ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, quien presentó unas medidas calificadas por la canciller, Angela Merkel, de "necesarias" e "imprescindibles". El caso de Peter Steudtner, un alemán detenido junto a otros nueve activistas el pasado 5 de julio y en prisión desde el martes, muestra que "los ciudadanos alemanes no están a salvo de detenciones arbitrarias", añadió el ministro.
"Nadie puede aconsejar invertir en un país cuando no hay seguridad jurídica", dijo Gabriel, para quien es "descabellado" atribuir vínculos terroristas a miembros de Amnistía Internacional o a empresas, en referencia a una lista en la que aparecían desde grandes grupos como Daimler y BASF a puestos de comida rápida. La consecuencia inmediata fue un endurecimiento de los consejos a los viajeros desde la web del Ministerio alemán de Exteriores, en la que se advierte de las diversas arbitrariedades que se pueden sufrir en Turquía.
En este sentido, se recomienda la máxima prudencia a quien esté en el país "por asuntos privados o por negocios" y se avisa de que, en caso de detención, no siempre es posible brindar la debida asistencia consular. Turquía, país de origen de unos 3,1 millones de ciudadanos residentes en Alemania, es aún el tercer destino vacacional preferido de los alemanes, pese a la caída de reservas derivada de la ola de atentados terroristas.
La medida es un golpe para el sector turístico, como la advertencia a los inversores lo es para el conjunto del sector empresarial. Alemania tiene inversiones por más de 12.000 millones de euros en Turquía, donde hay 6.000 empresas germanas en activo, y los intercambios comerciales superan los 37.000 millones de euros. El ministro aludió asimismo a la necesidad de revisar las ayudas que recibe Turquía de la UE como candidato a la adhesión, unos 4.450 millones de euros comprometidos hasta 2020, de los que hasta el momento sólo se ha transferido una pequeña parte.
"No podemos continuar como hasta ahora, debemos ser más claros para que Ankara entienda que una política de ese tipo tiene consecuencias", subrayó Gabriel, convencido de que Turquía vulnera los valores europeos y también los de los aliados de la OTAN. "Hemos tenido paciencia", añadió el ministro; "una y otra vez confiamos en un regreso a la sensatez", pero "una y otra vez nos vimos decepcionados", agregó.
La lista de disensos bilaterales es extensa, especialmente desde que el Parlamento alemán condenó en junio del año pasado el genocidio armenio durante el Imperio otomano en 1915, durante la I Guerra Mundial, lo que Ankara recibió como una afrenta. Turquía vetó repetidamente la visita de diputados alemanes a sus soldados de la base turca de Incirlik, hasta que hace un mes el gobierno de Merkel decidió retirarlos.
La situación podría reproducirse con la base de la OTAN de
Konya, lo que sería casi insostenible entre socios de la Alianza
Atlántica. Hay nueve ciudadanos alemanes encarcelados en Turquía -del
total de 22 que han sido detenidos por motivos políticos desde la
intentona golpista de hace un año- y Berlín ha tenido que "luchar" para
prestarles ayuda consular, recordó Gabriel. El rostro más conocido es el
del periodista germano-turco Deniz Yücel, en prisión desde febrero
acusado de propaganda terroristas.
Según el semanario "Der Spiegel", cuando hace unas semanas Gabriel viajó a Ankara, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, le ofreció liberar a Yücel a cambio de que fueran extraditados a Turquía dos exgenerales turcos que han pedido asilo en Alemania tras dejar su país después de la intentona golpista. A las acciones contra activistas o medios en Turquía, se suman las hostilidades personales de Erdogan hacia Merkel, a la que imputó "prácticas nazis" por impedirse los mítines de políticos turcos en territorio alemán.
"Alemania no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos ni de los inversores en Turquía", advirtió el ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, quien presentó unas medidas calificadas por la canciller, Angela Merkel, de "necesarias" e "imprescindibles". El caso de Peter Steudtner, un alemán detenido junto a otros nueve activistas el pasado 5 de julio y en prisión desde el martes, muestra que "los ciudadanos alemanes no están a salvo de detenciones arbitrarias", añadió el ministro.
"Nadie puede aconsejar invertir en un país cuando no hay seguridad jurídica", dijo Gabriel, para quien es "descabellado" atribuir vínculos terroristas a miembros de Amnistía Internacional o a empresas, en referencia a una lista en la que aparecían desde grandes grupos como Daimler y BASF a puestos de comida rápida. La consecuencia inmediata fue un endurecimiento de los consejos a los viajeros desde la web del Ministerio alemán de Exteriores, en la que se advierte de las diversas arbitrariedades que se pueden sufrir en Turquía.
En este sentido, se recomienda la máxima prudencia a quien esté en el país "por asuntos privados o por negocios" y se avisa de que, en caso de detención, no siempre es posible brindar la debida asistencia consular. Turquía, país de origen de unos 3,1 millones de ciudadanos residentes en Alemania, es aún el tercer destino vacacional preferido de los alemanes, pese a la caída de reservas derivada de la ola de atentados terroristas.
La medida es un golpe para el sector turístico, como la advertencia a los inversores lo es para el conjunto del sector empresarial. Alemania tiene inversiones por más de 12.000 millones de euros en Turquía, donde hay 6.000 empresas germanas en activo, y los intercambios comerciales superan los 37.000 millones de euros. El ministro aludió asimismo a la necesidad de revisar las ayudas que recibe Turquía de la UE como candidato a la adhesión, unos 4.450 millones de euros comprometidos hasta 2020, de los que hasta el momento sólo se ha transferido una pequeña parte.
"No podemos continuar como hasta ahora, debemos ser más claros para que Ankara entienda que una política de ese tipo tiene consecuencias", subrayó Gabriel, convencido de que Turquía vulnera los valores europeos y también los de los aliados de la OTAN. "Hemos tenido paciencia", añadió el ministro; "una y otra vez confiamos en un regreso a la sensatez", pero "una y otra vez nos vimos decepcionados", agregó.
La lista de disensos bilaterales es extensa, especialmente desde que el Parlamento alemán condenó en junio del año pasado el genocidio armenio durante el Imperio otomano en 1915, durante la I Guerra Mundial, lo que Ankara recibió como una afrenta. Turquía vetó repetidamente la visita de diputados alemanes a sus soldados de la base turca de Incirlik, hasta que hace un mes el gobierno de Merkel decidió retirarlos.
Alemania tiene inversiones por más de 12.000 millones de euros en Turquía
Según el semanario "Der Spiegel", cuando hace unas semanas Gabriel viajó a Ankara, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, le ofreció liberar a Yücel a cambio de que fueran extraditados a Turquía dos exgenerales turcos que han pedido asilo en Alemania tras dejar su país después de la intentona golpista. A las acciones contra activistas o medios en Turquía, se suman las hostilidades personales de Erdogan hacia Merkel, a la que imputó "prácticas nazis" por impedirse los mítines de políticos turcos en territorio alemán.
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