Mientras el Reino de España se ha convertido en el estado lacayo del presidente turco R.T. Erdogan deteniendo dos escritores con pocos días de diferencia, otros vientos soplan por Europa. El 3 de agosto la policía española detenía en Cataluña al escritor y periodista Hamza Yalçin. Aún sigue internado en la prisión de Can Brians. El 19 de agosto en un nuevo acto cómplice con el megalómano dirigente turco, agentes de la policía española arrestaban al escritor Dogan Akhanli en Granada bajo la misma acusación: criticar a Erdogan. Ante el silencio de la mayoría de la opinión pública española, con loables excepciones, Rajoy ha jugado la carta de la genuflexión gallinácea frente a Erdogan. Inclusive alguna prensa española ha llegado a justificar las detenciones por delitos de opinión.
Angela Merkel, en cambio, ha sido rotunda frente a dichas detenciones. "Son inaceptables. No podemos permitir que se abusen organizaciones internacionales como la Interpol de esta manera" ha dicho según el The New York Times.
Ambos autores, el primero de nacionalidad sueco-turca y el segundo germano-turca, están pendientes de extradición en una decisión judicial en menos de un mes. Conociendo como el Reino de España entiende, mejor dicho confunde, la "separación de poderes" entre el ejecutivo y judicial, su destino ya está escrito. Saltarse la ley para complacer al presidente islamista.
Angela Merkel, en cambio, ha sido rotunda frente a dichas detenciones. "Son inaceptables. No podemos permitir que se abusen organizaciones internacionales como la Interpol de esta manera" ha dicho según el The New York Times.
Ambos autores, el primero de nacionalidad sueco-turca y el segundo germano-turca, están pendientes de extradición en una decisión judicial en menos de un mes. Conociendo como el Reino de España entiende, mejor dicho confunde, la "separación de poderes" entre el ejecutivo y judicial, su destino ya está escrito. Saltarse la ley para complacer al presidente islamista.
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