A principios de Septiembre, como miembro de Kurdiscat, el Centro de Medios en Amudê (Navenda Ragjandîne) me invitó a asistir a una sesión del Parlamento de Jazira. El parlamento se reúne semanalmente y, se sabe, está integrado por un mínimo de un 40 % de personas de cada género, y por personas de las diferentes identidades de la región: kurda, árabe, siríaca, chechena, turcomana. Me llamó la atención que en el Parlamento, al contrario que en muchas otras oficinas de asociaciones kurdas, no colgase ningún retrato de Abdulah Oçallan. El parlamento hace un año y medio que se instauró, y como el servicio de traducciones simultaneas está todavía parcialmente implementado, es posible que el idioma mayoritario siga siendo el árabe. Pues kurdas y siríacas son políglotas, mientras que muchas árabes no. Aquella mañana se debatía una ley para regular los comités de reconciliación de las comunas (komîn). La razón de ser de estos comités es que las disputas se puedan resolver sin necesidad de acudir a la justicia ordinaria. Muchas de estas disputas, me dijeron varias personas, son sobre cuestiones de honor y de moral tradicionales. Acudir a los comités de reconciliación tiene varias ventajas. Por un lado están los costes burocráticos, y por otro la agilidad del proceso.
Hay muchas esperanzas puestas en el papel que las comunas deben jugar, para construir un sistema de democracia directa. Pero me dio la impresión de que en la ciudad de Amudê están teniendo dificultades para alcanzar una dimensión tan relevante. El sistema de comunas se instauró en el cantón de Jazira hace un año o año y medio, dependiendo del lugar. En una ciudad como Amudê (de entre 30.000 a 40.000 personas) existen más o menos unas treinta comunas. La idea de la comuna no tiene sus raíces en las tradiciones de Rojava. Sino que está importada desde la cultura política de la izquierda revolucionaria kurda. El término “komîn” fue importado por Abdullah Oçalan, quien lo tomó del término “comune” perteneciente a la cultura revolucionaria europea. Me dio la impresión de que una comuna es algo así como lo que sería una asociación de vecinos en Barcelona, aunque una asociación de vecinos muy fuerte. Escuché que en Amudê, además de los asuntos relacionados con los comités de reconciliación, desempeñan labores de ayuda humanitaria, y ayudan a resolver problemas como la búsqueda de trabajo, es decir, gestionan algo así como una red de contactos socializada. Gestionan también las grupos de autodefensa vecinales (HPC), cuyos check points pueden verse al caer la noche y se encargan de la seguridad barrial, por lo que han recibido armas de la policía (Asayish). En Amudê también tuvieron un papel relevante en la gestión de población desplazada, cuando hace pocos meses el DAESH llevó la guerra a la ciudad de Hasaka. Las comunas tienen su propia estructura de delegados, que llevan la voz a espacios superiores. El espacio superior de las comunas está así formado por 150 personas. Parece que las comunas tienen su propio local y grupos de trabajo. Los locales pueden estar donados por las Instituciones, o alquilados. Las contribuciones en las comunas parece que son voluntarias. Las comunas tienen una asamblea general mensual (Civin)
Me dijeron que Amudê (30.000-40.000 habitantes) tiene unas 25 o 30 comunas. Y que cada familia entre 5 y 10 miembros) envía uno o dos miembros para estar activos en la comuna del barrio. Sin embargo me quedé con la idea de que esto es más bien el funcionamiento que se desearía alcanzar y no el actual, porque hablé con personas diversas sobre su participación personal en las comunas de Amudê y no me parecieron muy activas. Escuché que uno de los lugares donde el sistema de comunas funciona mejor es en Derik. Y también que desde las principales instituciones y grupos políticos se llevan a cabo esfuerzos por implantar esta cultura de las comunas en la población de Rojava.
Aunque el papel de las comunas tiene que ser fuerte a la hora de implantar un sistema de democracia directa, este sistema no recae sólo en ellas. Es necesario también que se celebren elecciones para los cargos parlamentarios y ejecutivos. La fecha de las elecciones no está a la vista en este momento, y la guerra no facilita que se puedan celebrar. La democracia directa, en estos momentos, se facilita mediante la inclusión de personas variadas dentro de las instituciones y mediante la inclusión de las asociaciones civiles, por ejemplo de jóvenes o de mujeres. Por poner un ejemplo más concreto, Hbon Fersand, la persona encargada del acta de las sesiones parlamentarias, viene a través de la asociación de jóvenes, y no porque ostente un cargo en ella o en algún partido político, pues es independiente. Su candidatura fue sugerida y aprobada por la propia organización juvenil, debido a su activa participación en los primeros días de la revolución. Al preguntarle si quería dar algún mensaje a la juventud catalana, dijo que les anima a ser ambiciosa, porque aquí en Rojava la juventud está teniendo mucho margen para hacer cosas y está activa.
Hbon Fersand, representante de las organizaciones juveniles en el Parlamento del Cantón de Jazira
Si las comunas guardan cierto parecido con las asociaciones de vecinos catalanas, otro espacio de organización comunitaria son las “navenda”. Navenda podría traducirse por “centro” y son muy diversos. Se trata de grupos de trabajo. El centro de medios de la ciudad de Amudê, en kurmanji, lleva por nombre “Navenda Ragjandîne”; la agencia de protección civil del Cantón de Kobanê lleva por nombre “Navenda Desteya Parastina Xweseri”, y su trabajo es en parte solucionar los problemas que pueda haber entre la comunidad militar y la civil. Y así muchos otros grupos llevan por nombre Navenda.. En las navendas la vida tiene muchos elementos comunitarios. La gente no sólo trabaja junta sino que a menudo la gente duerme allí también, en dormitorios compartidos. Se come juntas y se hacen las tareas del hogar juntas. Pero en las cuatro o cinco navendas no me pareció habitual que se celebrasen asambleas para gestionar las tareas domésticas. A veces hay turnos de cocina o de limpieza, a veces hay alguna persona empleada que cobra un salario por hacerlas. Generalmente hay alguien cuya voz es la que manda y, ya sea por tener otras responsabilidades o no, se le ve poco en las tareas domésticas. Pero es cierto que esta forma de organización hace que las personas estén más próximas. La navenda es una forma de organización que no tiene sus raíces en Rojava, sino que proviene también de la cultura de la izquierda revolucionaria del Kurdistán turco, pero está implementada aquí con éxito porque las personas que las forman están por lo general altamente politizadas.
La familia en Rojava es una estructura conservadora, y se parece a las familia europea de hace cincuenta o cien años, sólo que más numerosa. Suelen tener de siete miembros para arriba, y la mujer está subordinada al hombre. Hasta que el nuevo autogobierno legisló sobre el matrimonio, los hombres podían tener varias esposas, y la casa era el espacio de la mujer. Las familias suelen tener a uno o varios de sus miembros emigrados, ya sea en Europa, en el golfo pérsico o en Turquía. Ahora también muchas tienen uno o varios mártires debido a la guerra. Una guerra que la gente aquí tiene claro que va para largo. Igual que los cambios políticos y sociales. Los que han ocurrido ya, como las leyes para la protección de la mujer, son el resultado de décadas de luchas, y los cambios que estén por venir, necesitarán de años también, y ninguno está garantizado.
@annafrank4
Hay muchas esperanzas puestas en el papel que las comunas deben jugar, para construir un sistema de democracia directa. Pero me dio la impresión de que en la ciudad de Amudê están teniendo dificultades para alcanzar una dimensión tan relevante. El sistema de comunas se instauró en el cantón de Jazira hace un año o año y medio, dependiendo del lugar. En una ciudad como Amudê (de entre 30.000 a 40.000 personas) existen más o menos unas treinta comunas. La idea de la comuna no tiene sus raíces en las tradiciones de Rojava. Sino que está importada desde la cultura política de la izquierda revolucionaria kurda. El término “komîn” fue importado por Abdullah Oçalan, quien lo tomó del término “comune” perteneciente a la cultura revolucionaria europea. Me dio la impresión de que una comuna es algo así como lo que sería una asociación de vecinos en Barcelona, aunque una asociación de vecinos muy fuerte. Escuché que en Amudê, además de los asuntos relacionados con los comités de reconciliación, desempeñan labores de ayuda humanitaria, y ayudan a resolver problemas como la búsqueda de trabajo, es decir, gestionan algo así como una red de contactos socializada. Gestionan también las grupos de autodefensa vecinales (HPC), cuyos check points pueden verse al caer la noche y se encargan de la seguridad barrial, por lo que han recibido armas de la policía (Asayish). En Amudê también tuvieron un papel relevante en la gestión de población desplazada, cuando hace pocos meses el DAESH llevó la guerra a la ciudad de Hasaka. Las comunas tienen su propia estructura de delegados, que llevan la voz a espacios superiores. El espacio superior de las comunas está así formado por 150 personas. Parece que las comunas tienen su propio local y grupos de trabajo. Los locales pueden estar donados por las Instituciones, o alquilados. Las contribuciones en las comunas parece que son voluntarias. Las comunas tienen una asamblea general mensual (Civin)
Me dijeron que Amudê (30.000-40.000 habitantes) tiene unas 25 o 30 comunas. Y que cada familia entre 5 y 10 miembros) envía uno o dos miembros para estar activos en la comuna del barrio. Sin embargo me quedé con la idea de que esto es más bien el funcionamiento que se desearía alcanzar y no el actual, porque hablé con personas diversas sobre su participación personal en las comunas de Amudê y no me parecieron muy activas. Escuché que uno de los lugares donde el sistema de comunas funciona mejor es en Derik. Y también que desde las principales instituciones y grupos políticos se llevan a cabo esfuerzos por implantar esta cultura de las comunas en la población de Rojava.
Aunque el papel de las comunas tiene que ser fuerte a la hora de implantar un sistema de democracia directa, este sistema no recae sólo en ellas. Es necesario también que se celebren elecciones para los cargos parlamentarios y ejecutivos. La fecha de las elecciones no está a la vista en este momento, y la guerra no facilita que se puedan celebrar. La democracia directa, en estos momentos, se facilita mediante la inclusión de personas variadas dentro de las instituciones y mediante la inclusión de las asociaciones civiles, por ejemplo de jóvenes o de mujeres. Por poner un ejemplo más concreto, Hbon Fersand, la persona encargada del acta de las sesiones parlamentarias, viene a través de la asociación de jóvenes, y no porque ostente un cargo en ella o en algún partido político, pues es independiente. Su candidatura fue sugerida y aprobada por la propia organización juvenil, debido a su activa participación en los primeros días de la revolución. Al preguntarle si quería dar algún mensaje a la juventud catalana, dijo que les anima a ser ambiciosa, porque aquí en Rojava la juventud está teniendo mucho margen para hacer cosas y está activa.
Hbon Fersand, representante de las organizaciones juveniles en el Parlamento del Cantón de Jazira
Si las comunas guardan cierto parecido con las asociaciones de vecinos catalanas, otro espacio de organización comunitaria son las “navenda”. Navenda podría traducirse por “centro” y son muy diversos. Se trata de grupos de trabajo. El centro de medios de la ciudad de Amudê, en kurmanji, lleva por nombre “Navenda Ragjandîne”; la agencia de protección civil del Cantón de Kobanê lleva por nombre “Navenda Desteya Parastina Xweseri”, y su trabajo es en parte solucionar los problemas que pueda haber entre la comunidad militar y la civil. Y así muchos otros grupos llevan por nombre Navenda.. En las navendas la vida tiene muchos elementos comunitarios. La gente no sólo trabaja junta sino que a menudo la gente duerme allí también, en dormitorios compartidos. Se come juntas y se hacen las tareas del hogar juntas. Pero en las cuatro o cinco navendas no me pareció habitual que se celebrasen asambleas para gestionar las tareas domésticas. A veces hay turnos de cocina o de limpieza, a veces hay alguna persona empleada que cobra un salario por hacerlas. Generalmente hay alguien cuya voz es la que manda y, ya sea por tener otras responsabilidades o no, se le ve poco en las tareas domésticas. Pero es cierto que esta forma de organización hace que las personas estén más próximas. La navenda es una forma de organización que no tiene sus raíces en Rojava, sino que proviene también de la cultura de la izquierda revolucionaria del Kurdistán turco, pero está implementada aquí con éxito porque las personas que las forman están por lo general altamente politizadas.
La familia en Rojava es una estructura conservadora, y se parece a las familia europea de hace cincuenta o cien años, sólo que más numerosa. Suelen tener de siete miembros para arriba, y la mujer está subordinada al hombre. Hasta que el nuevo autogobierno legisló sobre el matrimonio, los hombres podían tener varias esposas, y la casa era el espacio de la mujer. Las familias suelen tener a uno o varios de sus miembros emigrados, ya sea en Europa, en el golfo pérsico o en Turquía. Ahora también muchas tienen uno o varios mártires debido a la guerra. Una guerra que la gente aquí tiene claro que va para largo. Igual que los cambios políticos y sociales. Los que han ocurrido ya, como las leyes para la protección de la mujer, son el resultado de décadas de luchas, y los cambios que estén por venir, necesitarán de años también, y ninguno está garantizado.
@annafrank4
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