dimecres, 16 de desembre del 2015

Suruç y los campos de refugiados

Suruç, ciudad kurda bajo jurisdicción turca y fronteriza a la ciudad de ‪#‎Kobanê, ya cantón independiente de ‪#‎Rojava, fue otro epicentro de ataque hacia la Población Kurda y sus legítimos derechos.

El pasado 21 de Julio, las fuentes de información orientales y occidentales dieron como buena la noticia del ataque yihadista en unas oficinas de la localidad, donde se juntaban los jóvenes del ‪#‎HDP y ‪#‎BDP con el fin de organizar y portar ayuda hacia la población de Kobanê, todavía estrechamente ligada a presuntos ataques radicales y no dada por finalizada al 100% la ocupación del estado islámico.

Presuponen que un miembro del ‪#‎ISIS atacó la sede donde murieron 31 militantes, además de otras tantas personas heridas. Más, después de algunos meses y la presunción de autoría de varios atentados de un miembro de ‪#‎daesh que confirmaba el vínculo con el gobierno de ‪#‎Erdogan para hacer desaparecer a la ‪#‎resistencia Kurda, hace pensar que si el río suena, es porque agua lleva.

El cementerio donde descansan los cuerpos hallados, lucen fechas de pseudoadolescentes que la presunción del más absoluto odio impidió convertirse en adultos.

A dos o tres kilómetros de la pobllación de ‪#‎Suruç y gracias a la municipalidad gobernada por el HDP, fueron construídos varios Campos de Refugiados a los que es bastante dificultosa la entrada y/o la estancia. Por suerte, se pudo conversar junto a varios jóvenes, adultos y ancianos que allí pseudoresidían.

Nos explicaban que gracias a los y las trabajadoras de la municipalidad, tenían cubiertas las necesidades básicas, más su rostro lucía un cansancio de tantos y tantos meses de estancia hasta poder volver a su lugar de origen.

"Kobanê no es un lugar especialmente bello, no tiene nada en especial más que las montañas que la rodean y algo de industria. Sus calles no distan en diferencia de cualquier pueblo de alrededor. Pero Kôbane es nuestra mente, nuestros ojos y nuestro corazón, deseamos volver lo más pronto posible".

Para finalizar la jornada tan intensa a nivel emocional, desde algunos puntos donde se hospedan algunos refugiados, desde el mismo cementerio donde descansan los y las mártires, como desde pequeñas aldeas pobladas de casas de paja y barro, se alcanzaban a ver las vallas de acero que separan un mismo pueblo, así como los perros que las salvaguardan, separando así, familias, amigos, más no de la misma manera, idiosincrasia, cultura, lengua y tradiciones.

Álvaro Herraiz San Martín































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